• Estudio descubre baja exactitud en el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson

PHOENIX, Arizona: Los científicos de Mayo Clinic en Arizona y del Instituto de Investigación Médica Banner Sun determinaron que en muchas personas diagnosticadas precozmente con la enfermedad de Parkinson, el diagnóstico es incorrecto según un estudio publicado recientemente en la revista Neurology.

Nube de palabras para la enfermedad de ParkinsonLa enfermedad de Parkinson es un trastorno progresivo del sistema nervioso que altera los movimientos. El desarrollo de la enfermedad es gradual y a veces empieza con un temblor apenas notorio en una sola mano. Pese a que el temblor puede ser la señal más conocida de la enfermedad de Parkinson, el trastorno también suele ocasionar rigidez y lentitud en los movimientos. Además, se presenta con varios otros problemas no relacionados con los movimientos, tales como estreñimiento, pérdida del sentido del olfato, problemas para dormir, mareo, dificultades urinarias, depresión y ansiedad. Si bien la enfermedad de Parkinson no tiene cura, existen medicamentos capaces de mejorar marcadamente los síntomas. Por el momento, no existe ningún examen capaz de diagnosticar con exactitud la enfermedad y el diagnóstico se establece en base al historial médico, a una revisión de los signos y síntomas, a un examen neurológico y físico, y después de descartar otras afecciones. La enfermedad puede confirmarse solamente mediante una autopsia.

En base a los datos del Estudio de Arizona sobre la Edad y los Trastornos Neurodegenerativos (AZSAND, por sus siglas en inglés), el Dr. Charles Adler, profesor of neurología de la Escuela de Medicina de Mayo Clinic, y sus colegas tanto de Mayo Clinic en Arizona como del Instituto de Investigación Médica Banner Sun descubrieron que, pese a una exactitud de 88 por ciento en el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson en pacientes con síntomas de más de cinco años de duración, la exactitud solamente fue de 53 por ciento en los sujetos que presentaban síntomas o signos durante menos de cinco años. En todos los sujetos del estudio de AZSAND se realizaron autopsias, y de esa manera se confirmó o negó el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson.

“Desde el punto de vista de la investigación, estos datos son cruciales porque los estudios que inscriben a pacientes en las primeras etapas de la enfermedad de Parkinson deben estar conscientes que muchos de ellos, en realidad, podrían no padecer la afección”, comenta el Dr. Adler. “Es sumamente importante que tanto la genética, como la epidemiología, los biomarcadores y hasta los ensayos terapéuticos tomen en consideración estos datos al diseñar el estudio e interpretar los resultados”.

Si bien la exactitud del diagnóstico precoz de la enfermedad de Parkinson es baja en este estudio, no por ello se debe cambiar el tratamiento de los pacientes. El Dr. Adler dice que la mayoría de sujetos, cuya autopsia reveló que no padecían la enfermedad de Parkinson, en realidad sufría otros tipos de trastornos neurodegenerativos que se tratan de la misma manera que la enfermedad de Parkinson.

El Dr. Thomas Beach, que realizó los diagnósticos mediante autopsia en los pacientes del Instituto de Investigación Médica Banner Sun, enfatiza la repercusión del estudio con el siguiente comentario: “Cuando un fármaco empleado en la enfermedad de Parkinson precoz se prueba en ensayos clínicos, es posible que no surta efecto en la mitad de los pacientes, lo que puede derivar en el fracaso del ensayo aunque el fármaco funcione en quienes realmente padecen la enfermedad de Parkinson”.

Uno de los principales objetivos del AZSAND es encontrar biomarcadores que permitan a los médicos diagnosticar mejor la enfermedad de Parkinson mientras la persona aún se encuentra viva. Los doctores Adler y Beach continúan estudiando el potencial de una biopsia del tejido de la glándula submandibular como un medio válido de establecer el diagnóstico.

Esta investigación es el resultado de recoger datos de más de 1300 sujetos voluntarios en el condado de Maricopa, durante más de 17 años. “Esta investigación no habría sido posible de realizar sin la dedicación de los enfermos de Parkinson y de voluntarios sanos y normales”, añade el Dr. Adler.

El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud, la Fundación Michael J. Fox para la Investigación sobre la Enfermedad de Parkinson y la Comisión de Investigación Biomédica de Arizona.

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