Mayo Clinic Health Letter de enero de 2013

Estos son los puntos más destacados de la edición de enero de Mayo Clinic Health Letter.

El ejercicio es el mejor medicamento para prevenir la enfermedad de Alzheimer

ROCHESTER, Minnesota — 15 de febrero de 2013.  Hacer ejercicio físico con regularidad es el medio más poderoso que existe para prevenir la enfermedad de Alzheimer y mejorar la función cerebral en quienes ya la padecen, dice la edición de enero de Mayo Clinic Health Letter. El ejercicio continúa siendo la mejor terapia preventiva, pese a que los científicos, los médicos, los fármacos y las compañías biotécnicas de todo el mundo buscan con urgencia nuevas terapias para prevenir y tratar la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia.

Un estudio de Mayo Clinic descubrió que los ancianos que hacían ejercicio moderado de forma regular y entre cinco o seis veces por semana disminuían el riesgo de presentar el deterioro cognitivo leve en 32 por ciento, comparado frente a las personas más sedentarias. Quienes empezaron a hacer ejercicio a mediana edad vieron una reducción de 39 por ciento en el riesgo de desarrollar el deterioro cognitivo leve, afección que altera tanto el pensamiento como la memoria y a menudo precede a la enfermedad de Alzheimer. Se han obtenido resultados similares en varios estudios diferentes.

No se entiende bien por qué el ejercicio protege al cerebro contra la enfermedad de Alzheimer, pero los científicos mencionan varias posibilidades, entre ellas las siguientes:

Mayor volumen cerebral. La materia gris, donde están la memoria y otras funciones importantes, constituye la parte más voluminosa del cerebro. La materia gris normalmente disminuye con la edad, pero parece que el ejercicio conserva la materia gris.

Una zona de la materia gris, que se conoce como el hipocampo, sufre un deterioro progresivo en las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer. En un estudio realizado en ancianos, se observó un agrandamiento importante del hipocampo en quienes hicieron ejercicio moderado durante el transcurso de un año.

Mejor grado de conexión cerebral. Algunas sustancias, como el factor neurotrópico derivado del cerebro, son como fertilizantes para el cerebro; y parece que los niveles suben con el ejercicio y bajan en quienes padecen la enfermedad de Alzheimer.

Vasos sanguíneos más saludables. Las arterias cerebrales envejecidas son mucho más susceptibles a estrecharse y cerrarse. El cierre de un vaso sanguíneo puede contribuir al desarrollo del deterioro cognitivo y de la enfermedad de Alzheimer. El buen estado físico ayuda a prevenir muchas afecciones que contribuyen al daño y obstrucción de los vasos sanguíneos, tal como la hipertensión, la diabetes, los niveles poco deseables de colesterol y el estrés.

Hacer ejercicio moderado de forma regular normalmente significa ejercitarse durante alrededor de 150 minutos por semana, o 30 minutos diarios, cinco días a la semana. El ejercicio debe aumentar la frecuencia cardíaca hasta el mismo nivel de una caminata rápida. No se sabe si hacer más ejercicio, o en mayor intensidad, ofrece otras ventajas para prevenir la enfermedad de Alzheimer.

El dolor del talón

Es importante diagnosticar y tratar adecuadamente el dolor del tendón de Aquiles

ROCHESTER, Minnesota — El tendón de Aquiles o conjunto de tejido fibroso largo y resistente que conecta los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón, puede inflamarse, degenerarse o hasta romperse. La edición de enero de Mayo Clinic Health Letter cubre las causas y tratamientos de los problemas con el tendón de Aquiles.

Cuando aparece dolor en el tendón de Aquiles, el componente principal generalmente es la inflamación. Dicha inflamación, conocida como tendinitis de Aquiles, puede sentirse como una molestia o dolor leve en la parte posterior del talón o unos centímetros más arriba. La inactividad puede producir más sensibilidad o rigidez, pero cualquier actividad irritante también puede agudizar el dolor. Esta afección normalmente no se relaciona con ninguna lesión específica, sino que es el resultado de tensionar el tendón de forma repetida.

Si la tendinitis de Aquiles se diagnostica pronto, el dolor puede resolverse con un tratamiento aplicado por el propio paciente que incluye evitar las actividades que tensionan o irritan el tendón (correr, saltar o caminar en cuesta durante períodos prolongados), aplicar hielo, tomar antiinflamatorios de venta libre para controlar el dolor (ibuprofeno), hacer estiramientos suaves y usar mejores zapatos o plantillas ortopédicas.

Cuando los síntomas duran más de unas semanas, la inflamación ya no es un factor tan importante y, en su lugar, pueden ser los cambios degenerativos los que conducen a la tendinosis de Aquiles. En esa afección, el tendón puede presentar desgarros minúsculos o hinchazón durante semanas o meses, que generalmente conducen a la aparición de un nódulo visible en el sitio de engrosamiento del tendón. Los tejidos tendinosos debilitados corren más riesgo de sufrir desgarros parciales o de romperse completamente.

Un tipo especial de reforzamiento tendinoso, conocido como reforzamiento excéntrico, puede ayudar a revertir la degeneración del tendón de Aquiles. El reforzamiento implica levantar los dedos de los pies y bajarlos muy lentamente hasta el piso, pero este ejercicio debe hacerse después de consultar con un médico o con un fisioterapeuta para evitar causar más daños.

Es importante obtener un diagnóstico y un plan de tratamiento para el dolor persistente del tendón de Aquiles. Cuando el dolor no responde a las medidas tradicionales, el médico puede recomendar otras terapias como los medicamentos tópicos, las inyecciones, la terapia con ondas de choque o la punción seca del tendón para iniciar la recuperación, o una cirugía.

Los inhibidores de la ECA

Los antihipertensivos ofrecen muchas ventajas y aplicaciones

ROCHESTER, Minnesota — Los inhibidores de la ECA, o enzima convertidora de la angiotensina, son el tratamiento normal para la presión arterial. La edición de enero de Mayo Clinic Health Letter trata sobre el funcionamiento de este fármaco y sus varios usos.

Los inhibidores de la ECA permiten que los vasos sanguíneos se relajen, lo que disminuye la presión arterial. Esto sucede porque se evita (inhibe) que una enzima del cuerpo produzca una sustancia (la angiotensina II) que constriñe los vasos sanguíneos, obligando al corazón a trabajar más fuerte. La angiotensina II también libera hormonas que promueven la retención del sodio y del agua, lo que puede contribuir a la hipertensión.

Aproximadamente el 50 por ciento de las personas con hipertensión leve a moderada controla la afección con sólo los inhibidores de la ECA; pero el médico también puede recomendar, aparte del inhibidor de la ECA, otro tipo de medicamentos para reducir la presión arterial, como un diurético o un bloqueador del canal del calcio.

Los inhibidores de la ECA también son importantes para el control de varias otras afecciones.

Deterioro del ventrículo izquierdo: Los inhibidores de la ECA generalmente se recomiendan ante la primera señal de deterioro de la función de la principal cámara cardíaca de bombeo, que es el ventrículo izquierdo. Los inhibidores de la ECA pueden evitar o retrasar el avance hacia la insuficiencia cardíaca congestiva y reducir la incidencia de los ataques cardíacos o de las muertes repentinas.

Ataque cardíaco: Los inhibidores de la ECA generalmente son la primera alternativa de tratamiento después de un ataque cardíaco. El médico podría recomendarlos a largo plazo, dependiendo del nivel de riesgo para futuros problemas cardíacos.

Complicaciones a causa de la hipertensión: Los inhibidores de la ECA reducen de manera importante la posibilidad de sufrir un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o una muerte prematura debido a padecer hipertensión.

Salud renal: La hipertensión puede ocasionar daños en los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, incluso en los riñones. Los ensayos clínicos descubrieron que los inhibidores de la ECA retrasan el avance de la enfermedad renal vinculada a la diabetes en las personas que padecen el tipo 1. En los diabéticos del tipo 2, los inhibidores de la ECA lentifican o disminuyen la pérdida de proteína en la orina.

Existen en el mercado varios inhibidores de la ECA, entre ellos, el benazepril (Lotensin y demás), captopril (Capoten y demás), enalapril (Vasotec y demás), fosinopril, lisinopril (Zestril y demás), moexipril (Univasc y demás), perindopril (Aceon y demás), quinapril (Accupril y demás), ramipril (Altace y demás) y trandolapril (Mavik y demás).

Igual que todos los medicamentos, los inhibidores de la ECA conllevan efectos secundarios y no son adecuados para todas las personas que padecen hipertensión. Una de cada cuatro personas que toma los inhibidores de la ECA desarrolla una tos seca fastidiosa. No se recomiendan los inhibidores de la ECA a quienes padecen algún daño renal importante porque estos medicamentos pueden aumentar el potasio en la sangre hasta niveles peligrosos. El médico puede recomendar un tratamiento alterno para la hipertensión a fin de evitar los efectos secundarios y las complicaciones para la salud.

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