ORLANDO, Florida: Un grupo de investigadores dirigidos por Mayo Clinic descubrió que revelar el riesgo genético para enfermedad coronaria (CHD, por sus siglas en español) deriva en menor colesterol de lipoproteína de baja densidad (LDL), también conocido como colesterol malo. Los resultados del “Estudio sobre los genes del infarto de miocardio (MI-GENES)” se presentaron como noticia de última hora hoy durante las sesiones científicas de 2015 de la Asociación Americana del Corazón, realizadas anualmente.
En este estudio, los investigadores probaron la hipótesis de si incorporar la información sobre el riesgo genético en el cálculo del riesgo para enfermedad coronaria conduciría a reducir los niveles de colesterol LDL. Se asignó aleatoriamente a los participantes a conocer el cálculo de su riesgo para enfermedad coronaria bien sea junto con información sobre el riesgo genético o solo en base a factores de riesgo convencionales, tales como presión arterial alta, diabetes, falta de actividad física y antecedentes de fumador. Seis meses después de revelar el riesgo, los niveles de LDL estaban en casi 10 miligramos por decilitro de sangre menos entre quienes fueron asignados aleatoriamente a recibir información sobre el riesgo genético. Los niveles de LDL más bajos fueron el resultado de haber empezado la administración de estatinas en una mayor proporción de personas dentro de ese grupo.
“El presente estudio demuestra por primera vez que revelar información sobre el riesgo genético para una enfermedad común, como la enfermedad coronaria, puede conducir a cambiar un resultado de salud importante, que en este caso fue el nivel de LDL”, comenta el Dr. Iftikhar Kullo, cardiólogo de Mayo Clinic y autor principal del trabajo. “El estudio también demuestra la factibilidad de añadir información sobre el riesgo genético en el expediente médico electrónico para permitir a pacientes y médicos tomar decisiones respecto a iniciar la administración de estatinas. Eso representa un avance importante en el campo de la medicina de precisión para las enfermedades cardiovasculares”.
El estudio MI-GENES incluyó a 207 personas de 45 a 65 años de edad, que no tenían enfermedades vasculares por ateroesclerosis conocidas ni tomaban estatinas y con riesgo intermedio para enfermedad coronaria. La probabilidad de sufrir un ataque cardíaco en 10 años era de 5 a 20 por ciento. Se asignó aleatoriamente a los pacientes a conocer la probabilidad de sufrir enfermedad cardíaca en 10 años ya sea solo en base a factores de riesgo convencionales o sumado al puntaje del riesgo genético (GRS, por sus siglas en inglés). El puntaje del riesgo genético deriva de 28 variantes genéticas vinculadas al riesgo de enfermedad coronaria. El riesgo para enfermedad cardíaca fue revelado en ambos grupos a través de un consejero genético, seguido por una conversación con el médico respecto a la administración de estatinas. Los niveles de LDL de los participantes se revisaron a los tres y seis meses.
El colesterol LDL transporta las partículas de colesterol por todo el cuerpo y puede acumularse en las paredes arteriales, lo que endurece y estrecha las arterias, además de provocar ataques cardíacos. La enfermedad coronaria todavía es la causa principal de muerte en Estados Unidos y, a menudo, la primera manifestación es la muerte repentina o el ataque cardíaco.
“La capacidad de predecir el riesgo de una persona de sufrir tal evento es un poco limitada” señala el Dr. Kullo. “Incorporar la información sobre el riesgo genético dentro del cálculo del riesgo para enfermedad cardíaca puede aumentar la capacidad de identificar con mayor precisión a las personas que corren riesgo”.
El trabajo fue uno de los estudios pilotos en medicina genómica iniciados durante la última fase de la “Red de expedientes médicos electrónicos y genómica”, financiada por el Instituto Nacional para Investigación sobre el Genoma Humano.
Otro autores del trabajo son: el Dr. Hayan Jouni, el Dr. Iyad Isseh, el Dr. Erin Austin, Teresa Kruisselbrink con maestría en ciencias y diplomada en consejería genética, la Dra. Sherry-Ann Brown, el Dr. Víctor Montori, el Dr. Raad Haddad, el Dr. Daniel Schaid y el Dr. Kent Bailey, por parte de Mayo Clinic; el Dr. Ulrich Broeckel del Colegio Médico de Wisconsin y el Dr. Robert Green del Brigham and Women’s Hospital y de la Escuela de Medicina de Harvard.
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