Ingeniero, general de brigada y cirujano: el Dr. Michael Yaszemski devuelve la esperanza a los pacientes, a través de la creación de equipos investigativos y andamiajes de polímeros.
Vestido con ropa quirúrgica, el cirujano ortopédico Dr. Michael Yaszemski, miró por la ventana del quirófano y vio que todo estaba listo para que él empezara la cirugía: el paciente estaba anestesiado y con los campos estériles colocados. Fue en aquel momento cuando el Dr. Yaszemski sintió algo extraño en la cabeza… una sensación que nunca antes había tenido.
“De repente, me percaté que algo me pasaba en la cabeza. Miré a uno de mis colegas y le dije que alguna cosa andaba mal y que necesitaba su ayuda en ese preciso instante”, recuerda el Dr. Yaszemski diez años después de esa experiencia.
En el transcurso de los siguientes dos días, el Dr. Yaszemski perdió y recuperó la consciencia varias veces. Recuerda que un sacerdote le administró la extremaunción en la cama del hospital, pues había sufrido una hemorragia cerebral de causa desconocida. Los médicos que le operaron le dijeron que la mortalidad por un evento de ese tipo era de 50 por ciento.
“Es decir que arrojé una moneda al aire y cayó del lado de la vida. Cuando siento que se me sube la mostaza, siempre pienso en aquel día en que me despedí de mi esposa y recibí la extremaunción… de inmediato, cualquier asunto que tengo en frente ya no me parece un problema tan grande. Ahora, no me impaciento por nada”, dice el Dr. Yaszemski.
Sobrevivir y prosperar
El personal quirúrgico y otros colegas investigadores del Dr. Yaszemski opinan que la ecuanimidad y la humildad son sus características distintivas, cualidades que le han ayudado no solamente a formar parte de equipos médicos de alto desempeño, sino también a dirigirlos. En su calidad de cirujano de columna de renombre nacional, de ingeniero y de general de brigada retirado de la Fuerza Aérea, este médico es un investigador que ha publicado mucho sobre la medicina regenerativa, campo en rápido desarrollo. Además, acaban de incorporarlo a la prestigiosa Academia Nacional de Medicina.
“Su capacidad de liderazgo sale a relucir de forma natural cuando logra establecer una buena colaboración recíproca y la gente puede trabajar bien en equipo. Lo hace con el fin de promover la mejor atención médica posible para sus pacientes. El Dr. Yaszemski realmente sabe cómo crear equipos eficaces, capacidad que ha demostrado en el ámbito quirúrgico y en el investigativo”, anota el Dr. Mark Pagnano, director de Traumatología y Ortopedia en Mayo Clinic.
Cirujano e ingeniero
El Dr. Yaszemski invierte aproximadamente la mitad de su tiempo en la cirugía ortopédica y el 50 por ciento restante en el estudio de la medicina regenerativa, disciplina que ayuda al cuerpo a curarse a sí mismo. Como director del Laboratorio de Biomaterial y Manipulación Tisular supervisa a 16 investigadores, estudiantes y técnicos en la construcción de andamiajes de polímeros.
Estos andamiajes brindan una base y una guía para promover el recrecimiento de huesos, nervios y cartílagos a fin de reparar lesiones graves a consecuencia de accidentes o enfermedades, como el cáncer. Se espera que la capacidad de recrecer tejido regenerativo disminuya la necesidad de férulas metálicas para estabilizar la columna vertebral y permita el recrecimiento de los nervios a fin de restablecer la sensación y la funcionalidad.
“Los polímeros pueden crearse para hacer muchas cosas diferentes”, anota el Dr. Yaszemski. Explica que es posible formular el andamiaje para que sea fuerte y rígido con el fin de que brinde una plataforma para el recrecimiento de hueso. Además, los polímeros pueden inyectarse en estado líquido para que luego se enduren y llenen una cavidad. El andamiaje tubular, similar a una pajilla flexible para beber, puede guiar el recrecimiento de las células nerviosas y luego biodegradarse. En los polímeros también se pueden incrustar minerales, moléculas biológicas y hasta una carga eléctrica para promover el crecimiento celular.
“Las células son el centro de todo. Los objetivos son hacer un andamiaje que atraiga y sujete a las células, y enviarles las señales necesarias para que empiecen a fabricar el tejido deseado”, explica el Dr. Yaszemski, quien aprendió mucho de lo que sabe acerca de los polímeros antes de ni siquiera imaginarse que seguiría una carrera en medicina. “Nunca pensé, ni en broma, que 40 años después estaría construyendo polímeros para introducirlos dentro de la gente”, añade.
Su peregrinaje hacia la medicina no deja de ser un misterio, hasta para él mismo.
Decisiones y más decisiones
El Dr. Yaszemski, hijo de un oficial de policía en Nueva York, creció en Nueva Jersey y se graduó de la Universidad Lehigh con un título en química. Ingresó a un posgrado gracias a una beca de la Asociación Nacional de Deportes Universitarios (NCAA, por sus siglas en inglés), a la cual su entrenador de fútbol americano postuló en su nombre, sin que él lo supiese.
“Esa —dice— fue una de aquellas oportunidades inesperadas”.
Durante sus estudios para la maestría, fabricó polímeros como parte de un compuesto de anticuerpo y fármaco. “Obviamente, no tenía ni la más remota idea de lo que era la medicina; pero quizás esto hizo que me interesara en ese campo... no lo sé. No fue una cosa planificada”, anota.
Una vez obtenida la maestría, fue a trabajar en la fábrica de techos GAF Corp. “Me gustaba ser ingeniero”, recuerda. Estaba ya casado y su esposa ingresó a la Facultad de Leyes de la Universidad de Georgetown. “Debido a razones que ni aún 40 años más tarde entiendo, envié una solicitud a una de las facultades de la Universidad de Georgetown… a la de Medicina y, ¡me aceptaron! Probablemente, lo único que deseaba era estar junto a mi flamante esposa”, apostilla.
Fue entonces cuando recibió la llamada de un tío suyo que trabajaba en la Fuerza Aérea. El Dr. Yaszemski recuerda la conversación así: “Hola, sobrino, ¡felicitaciones! Escuché que te aceptaron en medicina. ¿Cómo vas a pagar la colegiatura? Sé que ni tú ni tu esposa tienen dinero para pagarla y que tus padres tampoco están en condiciones de ayudarte. La Fuerza Aérea tiene un nuevo programa, el Programa de Becas para Profesiones Médicas, así que me tomé la libertad de pedir una solicitud y te la envié por correo. Sugiero que la leas, la llenes y la franquees”. El resultado de esta conversación fue que la Fuerza Aérea pagó sus estudios en medicina.
Ingeniero, cirujano, general y más...
“Apenas ingresé, quedé cautivado. El compromiso de servir, de ofrecer excelencia y la insistencia en la integridad me sonaban familiares y nunca imaginé que fuesen parte del ejército”, cuenta el Dr. Yaszemski. Instalado en la base Lackland de la Fuerza Aérea en la ciudad de San Antonio, se convirtió en cirujano mientras también obtenía un doctorado en investigación.
A pesar de que luego se separara del servicio activo y Mayo Clinic lo reclutara en el año 1996, el Dr. Yaszemski permaneció en la fuerza de reserva. Por ello, en 2005 y 2006 operó en hospitales de campaña durante sus viajes a la Base Aérea de Balad en Irak y al aeródromo de Bagram en Afganistán.
El Dr. Anthony Windebank, neurólogo de Mayo Clinic que trabaja con el Dr. Yaszemski, dice que las lecciones aprendidas por su colega en la guerra resaltaron aún más sus capacidades.
“Ver los graves daños que las balas producían en las extremidades de los jóvenes, lesiones imposibles de reparar con técnicas tradicionales, fue en parte lo que lo motivó a cuestionar cómo podía servir de mejor manera a esos jóvenes. Creo que la otra lección que contribuyó a su carrera en la medicina es su increíble capacidad de organización, pues sabe cómo lograr que la gente haga lo que tiene que hacer para que el trabajo se lleve a cabo. Es firme creyente de que el trabajo en equipo funciona mejor cuando todo el equipo trabaja en conjunto”.
Pese a los logros alcanzados, al Dr. Yaszemski siempre se lo conoce por su humildad y tono suave. Con frecuencia, asevera que nadie es irremplazable. Hace diez años, cuando se convirtió en paciente y lo trasladaron velozmente desde el quirófano hasta la sala de emergencia y luego recibió la extremaunción, otros cirujanos tuvieron que decidir qué hacer con el paciente ya anestesiado y con campos estériles. Después de consultar con los familiares del paciente, otro cirujano entró y terminó la operación. Según el Dr. Yaszemki, así debería ser siempre.
“Todos somos prescindibles y en cuestión de un segundo. Si desaparecemos, pero el trabajo que estamos haciendo es importante, alguien más lo continuará”, concluye el Dr. Yaszemski.
– Greg Breining, 8 de agosto de 2017
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