Cuando de grasa se trata, elige las grasas insaturadas más que las grasas saturadas. Aquí te explicamos cómo hacerlo.
Escrito por el personal de Mayo Clinic
No es necesario eliminar todas las grasas de la alimentación porque, en realidad, ciertas grasas ayudan a promover la buena salud, pero lo mejor es elegir los tipos saludables de grasas y disfrutarlas con moderación.
Existen varios tipos de grasas. El cuerpo produce su propia grasa cuando se ingiere calorías en exceso. Las grasas provenientes de plantas y animales se conocen como grasas alimentarias. La grasa alimentaria es un macronutriente que proporciona energía al cuerpo.
La grasa es esencial para la salud ya que brinda soporte a varias funciones corporales. Por ejemplo, algunas vitaminas necesitan disolverse en grasa para que el cuerpo las pueda usar.
Sin embargo, la grasa tiene un alto contenido de calorías. Si comes más calorías de las que necesitas, aumentarás de peso y el exceso de peso se relaciona con mala salud. Además, se cree que algunos tipos de grasas alimentarias desempeñan alguna función en la aparición de enfermedades cardiovasculares.
Los estudios en torno a los posibles daños y beneficios de las grasas alimentarias están en constante evolución y cada vez son más los estudios que sugieren que debemos concentrarnos en comer grasas saludables y evitar las grasas no saludables.
Existen dos tipos principales de grasas alimentarias potencialmente perjudiciales:
La mayoría de las grasas con alto porcentaje de grasas saturadas o con grasas trans se solidifican a temperatura ambiente y, por eso, generalmente se las llama grasas sólidas. Entre ellas, están las grasas de la carne de res, de cerdo, la mantequilla, la manteca vegetal y la margarina en barra.
Los tipos de grasas alimentarias potencialmente útiles son en su mayoría grasas insaturadas:
Los alimentos compuestos principalmente por grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas se mantienen líquidos a temperatura ambiente, como el aceite de oliva, el aceite de cártamo, el aceite de maní y el aceite de maíz.
Los pescados ricos en ácidos grasos omega 3 son el salmón, el atún, la trucha, la caballa, las sardinas y el arenque. Las fuentes vegetales de ácidos grasos omega 3 son las semillas de lino (molida), los aceites (de canola, de lino, de soja) y los frutos secos y otras semillas (de nueces, de nuez blanca y de girasol).
Dado que algunas grasas alimentarias pueden ser beneficiosas y otras perjudiciales para la salud, es bueno saber cuáles comes y si estás siguiendo las recomendaciones.
Las pautas alimentarias para los estadounidenses del período 2015 a 2020 ofrecen las siguientes recomendaciones con respecto a la ingesta de grasas alimentarias:
Ten presente que muchos alimentos contienen diferentes tipos de grasas y diferentes niveles de cada tipo. Por ejemplo, la mantequilla contiene grasas insaturadas, pero un gran porcentaje de la grasa total es de grasa saturada. El aceite de canola, por su parte, tiene un alto porcentaje de grasas monoinsaturadas, pero también contiene cantidades más pequeñas de grasas saturadas y poliinsaturadas.
Concéntrate en reemplazar los alimentos con alto contenido de grasas saturadas por alimentos que contengan grasas monoinsaturadas y grasas poliinsaturadas.
No obstante, ten cuidado y no exageres tampoco con las grasas saludables. Todas las grasas, incluso las saludables, tienen alto contenido de calorías. Así que consume grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas en lugar de otros tipos de grasa, no además de ellos.
A continuación, te ofrecemos algunos consejos para ayudarte a modificar los tipos de grasa en tu alimentación:
Si restringir el contenido de grasas es una buena estrategia, ¿no sería todavía mejor intentar eliminar toda la grasa de alimentación? No.
Ante todo, el cuerpo necesita algo de grasa (grasa saludable) para funcionar normalmente. Si tratas de evitar todas las grasas, corres el riesgo de no obtener una cantidad suficiente de vitaminas solubles en grasa y de ácidos grasos esenciales.
Además, al tratar de eliminar la grasa de la alimentación, puedes terminar comiendo demasiados alimentos procesados promocionados como bajos en grasa o sin grasa, en lugar de alimentos más saludables que por naturaleza contienen poca grasa, como las frutas, los vegetales, las legumbres y cereales integrales. En lugar de eliminar la grasa de tu alimentación, disfruta de las grasas saludables con moderación.
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