• Preguntas y respuestas: Las tomografías por emisión de positrones son importantes para evaluar algunos tipos de linfoma

Un joven sonríe mientras abraza a su padre en el porche

ESTIMADA MAYO CLINIC:
Mi padre acaba de empezar con quimioterapia para linfoma y tiene programada una tomografía por emisión de positrones (exploración PET) para después de los tres primeros tratamientos.  ¿Cómo deciden los médicos cuándo hacer una tomografía por emisión de positrones y cuál es el propósito de hacerla durante el tratamiento? ¿Por qué no se hace el examen antes de empezar el tratamiento?

RESPUESTA:
Los linfomas son el cáncer del sistema inmunitario y su clasificación amplia los divide en linfoma de Hodgkin y linfoma no de Hodgkin. Cada una de estas categorías, a su vez, se divide en varios subtipos diferentes. Las tomografías por emisión de positrones son importantes en la planificación de los cuidados médicos y el control de ciertos tipos de linfoma, porque permiten determinar la etapa del cáncer, la respuesta al tratamiento y el pronóstico del paciente. De igual manera, sirven para determinar si es necesario hacer cambios en el tratamiento.

Las tomografías por emisión de positrones sirven para evaluar algunos tipos de linfoma, pero no todos. Concretamente, estos exámenes por imágenes han sido validados solamente para el linfoma de Hodgkin y para varios de los tipos más comunes de linfoma no de Hodgkin.

En los casos de linfoma en los que vale la pena hacer la tomografía por emisión de positrones, la exploración normalmente se lleva a cabo antes de empezar el tratamiento con el fin de identificar la etapa de la enfermedad. No obstante, en algunas situaciones, especialmente cuando se trata de un linfoma agresivo, la urgencia de actuar rápido podría inducir al equipo de atención médica a empezar el tratamiento antes de que se pueda hacer la tomografía por emisión de positrones, o cuando hay problemas de programación u otros asuntos logísticos que harían insensato esperar hasta el examen.

La razón para hacer una exploración después de tres sesiones de quimioterapia es descubrir si el cáncer ha entrado en remisión. Si lo ha hecho, el equipo de atención médica sabe que el tratamiento está funcionando y no hay necesidad de cambiar el plan. Si el cáncer no ha entrado en remisión, en ese punto posiblemente sea necesario cambiar el plan de tratamiento para combatir el cáncer con más eficacia.

La tomografía por emisión de positrones es especialmente idónea para brindar esa información. A diferencia de otras tecnologías por imágenes, como la tomografía computarizada o la resonancia magnética, la tomografía por emisión de positrones definitivamente puede mostrar si el linfoma todavía está activo, porque revela la actividad química dentro de los tejidos y los órganos.

Por ejemplo, como parte de la enfermedad de un paciente con linfoma de Hodgkin, puede haber un tumor. El paciente recibe quimioterapia y ese tratamiento hace entrar en remisión al cáncer, pero podría quedar una parte no cancerosa del tumor. La tomografía computarizada o la resonancia magnética mostrarían solamente ese tumor restante y nada más. Antes de la existencia de tomografía por emisión de positrones, la única manera de confirmar que dicho tumor no era linfoma activo era realizando una biopsia. Ahora, si la tomografía por emisión de positrones no muestra actividad y aunque todavía quede un bulto, es seguro suponer que el cáncer entró en remisión y que el tumor es benigno, por lo que no es necesario hacer una biopsia.

Otra ventaja de hacer una tomografía por emisión de positrones en medio del tratamiento es que ofrece al equipo de atención médica información acerca de los posibles resultados. Los pacientes cuyo cáncer entra en remisión después de tres sesiones de quimioterapia tienen mayor probabilidad de que permanezca en remisión por mayor tiempo y eso constituye información valiosa para guiar otros tratamientos.

Por último, cuando la tomografía por emisión de positrones realizada en medio del tratamiento muestra que el linfoma no ha entrado en remisión y se prosigue a realizar los cambios pertinentes en el tratamiento, luego se la puede repetir después de dos o tres sesiones más de quimioterapia para vigilar el avance y ver cuán bien funciona el nuevo tratamiento. 

Dr. Taimur Sher, Hematología y Oncología de Mayo Clinic en Jacksonville, Florida.

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