En los tiempos de Shakespeare, la medicina se fundamentaba en la teoría hipocrática de los humores o líquidos corporales y la buena salud dependía completamente del equilibrio de esos humores. Además, se sobreentendía que cada persona era diferente. En cierto sentido, los métodos actuales de la medicina personalizada nuevamente gravitan hacia ese entendimiento de que todos somos diferentes. De hecho, la Sociedad Americana contra el Cáncer dice que una de las causas principales de cáncer en el mundo son los tumores hepatobiliares, o sea, aquellos bultos anormales en el hígado, la vesícula biliar y los conductos biliares; sin embargo, toda la diferencia está en la información categórica de cada paciente y de cada tumor.
Estudios SPORE
El Instituto Nacional del Cáncer respalda en Estados Unidos más de 60 Programas Especializados de Excelencia en Investigación (SPORE, por sus siglas en inglés), cada uno enfocado en un grupo específico de cánceres afines. Los SPORE son para la investigación traslacional como el propergol para los cohetes, porque ayudan a transferir los resultados obtenidos en los laboratorios de ciencias básicas rápidamente a la atención de los pacientes. El Dr. Mark McNiven y el Dr. Lewis R. Roberts, investigadores en la especialidad de gastroenterología, entienden la necesidad de este tipo de propulsor en los estudios sobre tumores hepatobiliares y lograron llevar a Mayo Clinic un SPORE para el área hepatobiliar. Ahora, son los investigadores principales del nuevo programa.
“Para nosotros, en particular, lo más emocionante es que se trata del único SPORE en el país enfocado en el cáncer hepático”, dice el Dr. McNiven.
Ambos esperan que dentro de poco esta mayor atención estimule estudios más amplios sobre este tipo de cáncer tan mortal. El SPORE se divide en cuatro proyectos principales de investigación traslacional y cada uno de ellos cuenta con varios investigadores principales y equipos investigativos compuestos por muchos miembros.
Un proyecto sobre el hepatocarcinoma fibrolamelar, un tipo de cáncer del hígado que afecta a adolescentes y jóvenes, se lleva a cabo en la Universidad Rockefeller de la ciudad de Nueva York. Bajo la dirección del Dr. Sanford Simon de la Universidad Rockefeller y del Dr. Michael Torbenson de Mayo Clinic, este equipo identifica las moléculas y los genes que impulsan la formación de tumores. Luego, mediante técnicas de imaginología, siguen los cambios que ocurren a medida que los tumores crecen, con el afán de mejorar los métodos de diagnóstico y tratamiento.
Los otros tres proyectos se llevan a cabo en las sedes de Mayo Clinic en Arizona, Florida y Minnesota.
En la sede de Mayo Clinic en Florida, los investigadores oncológicos Dr. Tushar Patel y Dr. John A. Copland III bloquean el metabolismo lipídico para privar de sustento a las células cancerosas.
“Las células cancerosas tienen una carga energética elevada porque siempre están dividiéndose”, explica el Dr. McNiven. Esto se puede aprovechar como una debilidad, con el objetivo de usar el método para potencializar otras terapias; es decir, convertirlo en una táctica de combate para varios tipos de tumores hepatobiliares.
En un proyecto que abarca las sedes de Mayo Clinic en Arizona y Minnesota, el oncólogo Dr. Mitesh Borad y el inmunólogo nombrado profesor “Fundación Familia de Richard M. Schulze” Dr. Richard Vile colaboran con el Dr. Roberts en la inmunoterapia contra el carcinoma hepatocelular, que es el tipo más común de cáncer hepático primario. En su trabajo, utilizan un virus que infecta y elimina preferentemente a las células tumorales porque, en cierta medida, estimula una respuesta inmunitaria contra ellas.
En Minnesota, el gastroenterólogo Dr. Gregory Gores y el cirujano Dr. Rory Smoot estudian los aspectos prácticos de cómo las células cancerosas escapan la muerte celular programada, mecanismo normal de la regulación del ciclo celular. Trabajan en la elaboración de nuevas terapias para el colangiocarcinoma, cáncer letal de los conductos biliares.
Recolectar muestras y aprovecharlas al máximo
En tamaño, el hígado ocupa el segundo puesto en el cuerpo humano. Si se piensa en frutas, el hígado pesa igual que un melón, el páncreas equivale más a un plátano y la vesícula biliar es como un limón. Los tres se vinculan entre sí en las vías biliares, sistema de conductos que transporta hasta el intestino delgado la bilis (desde el hígado y la vesícula biliar) y las enzimas digestivas (desde el páncreas).
Las células de estos órganos tienen propensión a convertirse en tumores particularmente mortales. En su laboratorio, el Dr. Roberts se concentra en identificar y entender cómo avanzan estas células. “A medida que estudiamos estos tipos de cáncer, vemos una gradiente”, afirma. El cáncer primario que empieza en el hígado suele crecer más lentamente; pero cuando se origina en un punto inferior de las vías biliares, más cerca al páncreas, tiende a ser más agresivo.
El carcinoma hepatocelular se presenta con mayor frecuencia en quienes padecen enfermedades crónicas, como infecciones por hepatitis B o C que llevan a fibrosis hepática (cirrosis). Esa es la razón por la que el Dr. Roberts, que nació y se educó en Ghana, dice lo siguiente: “La enfermedad hepática es muy común en África, sobre todo en la zona subsahariana. Cuando estudiaba medicina, atendí a varios jóvenes con cáncer del hígado”.
Por aquella misma época, aunque en el otro lado del mundo, el cirujano hepático de Mayo Clinic Dr. David Nagorney también tenía la seguridad de que la solución para esta crisis de la salud no se encontraba solo en el quirófano y empezó, entonces, a congelar muestras de cada resección que hacía.
“Cuando me uní al personal médico de Mayo Clinic hace 20 años, el Dr. Nagorney me pasó una colección de muestras obtenidas durante 10 años”, explica el Dr. Roberts.
Ahora y como parte del nuevo SPORE, el Dr. Roberts desarrolla ese legado con la creación de un biobanco de primera categoría para muestras hepatobiliares.
Gracias a las muestras y los datos depositados, los estudios no tienen que esperar la recolección de muestras, sino que pueden avanzar a toda potencia. Además, las mejores técnicas existentes y la mayor comprensión de la biología permiten acceder nuevamente a las muestras. A veces, la clave está en saber qué buscar y, por ello, el nuevo programa también incluye un núcleo estadístico e informático para analizar e interpretar los grandes conjuntos de datos extraídos de las muestras del biobanco.
Hepatitis y cáncer del hígado
La dedicación del Dr. Roberts a reducir la hepatitis y mejorar los resultados del cáncer hepático en el continente que lo vio nacer recibió el apoyo inesperado de la comunidad somalí en Minnesota, que es la mayor en Estados Unidos.
Debido a que durante la hambruna que azotó a Somalia entre el 2010 y el 2012 murieron más de 250 000 personas, cientos de miles abandonaron el país y muchos de ellos llegaron a Rochester (Minnesota). Pocos años después, el Dr. Abdirashid Shire, miembro de la diáspora somalí, se unió al equipo del Dr. Roberts como fellow posdoctoral.
“Cuando descubrieron que tenía un doctorado en investigación y que trabaja en Mayo, las personas de su comunidad empezaron a buscarle para decirle que tenían hepatitis, que algún tío suyo padecía cáncer del hígado o si él podía hacer algo para ayudarlos”, recuerda el Dr. Roberts. Así empezó una serie de estudios para conocer cuál era la tasa de hepatitis entre la comunidad de inmigrantes somalíes y cómo derivaba la infección en tumores.
La mayoría de las personas no sabe que tiene hepatitis sino hasta que se les diagnostica cáncer, pero lo opuesto ocurrió con el paciente de Mayo Clinic, Dr. Kaiyu Chen, pues se le descubrió un carcinoma hepatocelular mientras recibía tratamiento para la hepatitis B. Este ingeniero mecánico oriundo de la China empezó a recibir quimioterapia cerca de su casa en Cincinnati. Desgraciadamente, poco se había podido avanzar cuando el tumor dejó de responder y, entonces, el oncólogo tratante lo remitió al Centro Oncológico de Mayo Clinic, donde el Dr. Roberts lo trató durante aproximadamente un año, antes de transferirlo al Centro de Trasplantes. Pocos meses después, recibió un hígado nuevo. “Tuve suerte”, acota el Dr. Chen. Después de la cirugía, pasó cerca de seis meses en la casa para trasplantes “Gift of Life” y durante su convalecencia, trabajó a distancia desde su computador portátil.
“Mayo tiene algo verdaderamente especial, que marcó una diferencia en mi recuperación. Durante todo el tratamiento, siempre confié y creí en ellos”, añade el Dr. Chen.
Plataforma de lanzamiento para los descubrimientos
Si los doctores McNiven y Roberts tienen éxito en sus estudios, ya no habrá necesidad de remitir pacientes para trasplante.
En su laboratorio, el Dr. McNiven estudia cómo las células cancerosas aíslan y usan los mecanismos que las células sanas emplean para encargarse de las funciones cotidianas a fin de invadir mecánicamente los tejidos periféricos, o sea, producir metástasis. El SPORE en el área hepatobiliar identifica a Mayo Clinic como un centro de primera para el estudio, la prevención y el tratamiento del cáncer de hígado, no solo por su propios proyectos de investigación traslacional, sino también por corroborar la investigación básica, según hace el Dr. McNiven al avanzar en la comprensión del desarrollo y de la diseminación de este tipo de cáncer. En última instancia, la eficacia del tratamiento estará determinada por las características únicas del cáncer de cada paciente.
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