Al igual que muchos avances tecnológicos nacientes, la inteligencia artificial (IA) promete cambiar la forma de practicar la medicina. Los algoritmos computacionales tienen la capacidad de discernir en los expedientes médicos electrónicos patrones que quizás escaparon al reconocimiento humano y que llevan tanto a un diagnóstico temprano como a un tratamiento más eficaz. No obstante, la aplicación de la inteligencia artificial depende de cómo la acepten los médicos clínicos y el público; además, no hay que olvidar que según cómo se diseñe y despliegue la inteligencia artificial, existe la posibilidad de introducir prejuicios en el sistema.
El Dr. Richard Sharp, director del Programa para Investigación de la Ética Biomédica en Mayo Clinic, guía a un equipo que estudia las opiniones acerca de las innovaciones médicas, como pruebas genéticas, neuromodulación y, ahora, inteligencia artificial.
«Deseamos anticiparnos a las inquietudes de la gente e intentar abordarlas de forma diligente. No queremos que los ingenieros en inteligencia artificial encaminen sus pasos hacia un producto en particular que probablemente genere mucha resistencia entre los pacientes y los proveedores de atención médica», comenta el Dr. Sharp.
Lo ideal es que las herramientas de la inteligencia artificial presten atención a las necesidades de los pacientes y se integren sin contratiempos en la práctica clínica.
El Dr. Sharp dice que una de las partes más complicadas en la conducción de este tipo de investigación anticipatoria es plantear las preguntas de tal forma que no manipulen la respuesta. A fin de estudiar la postura de la gente frente a la inteligencia artificial, el Dr. Sharp explica lo siguiente: «debemos esforzarnos mucho como investigadores para descubrir cómo promover una conversación neutral, pero de mucho contenido, que permita captar la participación de los pacientes».
Por ejemplo, si los investigadores presentan una lista larga de la maravillosa labor que Mayo Clinic realiza en el espacio digital de la salud, con más de 200 proyectos de inteligencia artificial en curso y en una amplia variedad de áreas, entonces, puede ser que casi todos los pacientes den respuestas más positivas. Por el contrario, un método más abierto que pregunte a los pacientes qué saben sobre la inteligencia artificial puede llevar a respuestas cargadas de ciencia ficción y de escenarios catastróficos de la cultura popular, donde las máquinas se vuelven conscientes y controlan a la gente.
El equipo, finalmente, logró plantear preguntas neutrales mediante la presentación de casos reales de estudios que demostraban la aplicación futura de la inteligencia artificial y, luego, hablaron con los participantes acerca de qué opinaban sobre esos casos.
El Dr. Sharp y sus colegas descubrieron que debido a que los pacientes ya se habían percatado de que los medios digitales estaban transformando muchos aspectos de sus propias vidas, no les sorprendió escuchar que estos medios pudieran afectar también la prestación de atención médica.
En general, los pacientes se mostraron entusiastas por la inteligencia artificial, pero pusieron sobre el tapete varias inquietudes: una de ellas fue acerca del costo y de la posibilidad de que los medios de la inteligencia artificial pudiesen hacer aún más cara la atención médica; otra inquietud fue respecto a si aún participarían seres humanos en la atención médica. A los pacientes les preocupa cuán capaz es la inteligencia artificial de obtener la información correcta y si los médicos continuarán interaccionando de forma personal con ellos.
«Creo que muchas personas no quieren poner una actividad tan personal y cercana como es la atención médica en manos de una máquina», señala el Dr. Sharp.
Los pacientes también dieron su perspectiva respecto a los posibles escollos de la inteligencia artificial. En primer lugar, les preocupa que los médicos empiecen a depender mucho de la inteligencia artificial y que en el futuro no sean tan capaces de diagnosticar enfermedades ni recetar tratamientos.
«Actualmente, casi todos nosotros no tenemos tan buena ortografía como hace 10 años debido a la existencia de algoritmos que la revisan. Cuando los pacientes plantearon inquietudes similares respecto a la pérdida de destrezas por parte de los médicos, nos pareció un asunto muy interesante porque sugiere que los pacientes posiblemente están más familiarizados con estas tecnologías de lo que anticipábamos», añade el Dr. Sharp.
Otro aspecto distintivo que se presentó estuvo relacionado con el acceso a la atención médica y las disparidades en la salud. A pesar de que los pacientes saben que los medios de la inteligencia artificial pueden mejorar el acceso a una atención médica experta en las zonas rurales, no dejaron de expresar su inquietud respecto a que estos medios también pueden crear obstáculos que potencialmente harían menos equitativa la prestación de cuidados para la salud. Por ejemplo, si los algoritmos de la inteligencia artificial se crean con base en una población principalmente de raza blanca, anglohablante y con seguro de salud, las perspectivas obtenidas podrían no beneficiar a otras poblaciones desaventajadas.
«Dijeron que este podría ser otro avance en la atención médica que exacerbe aún más la división entre ricos y pobres», explica el Dr. Sharp, quien junto a sus colegas publicaron los resultados en Digital Medicine (Medicina Digital).
El equipo del Dr. Sharp empieza ahora a considerar las aplicaciones específicas de la inteligencia artificial en la práctica clínica. Por ejemplo, estudian el posible impacto de estos medios para diagnosticar y recomendar un ciclo inicial de tratamiento para un trastorno depresivo mayor. Los investigadores han estado entrevistando a clínicos de medicina familiar y atención primaria, además de psiquiatría, para determinar qué opinan respecto a la adición de este tipo de medios de diagnóstico al arsenal disponible.
Ellos ven que la perspectiva medica varía según la especialidad. Hasta el momento, las respuestas de los especialistas en medicina familiar revelan entusiasmo por estos medios y por su potencial de ayudar con diagnósticos fundamentales. Los psiquiatras, en cambio, se muestran escépticos de que una herramienta de la inteligencia artificial sea capaz de capturar su pericia en enfermedades de la salud mental y les preocupa que un algoritmo pueda pasar por alto otras consideraciones relevantes para el diagnóstico.
«El asunto es interesante y ahora intentamos entender qué motiva esas reacciones diferentes. ¿Por qué algunos médicos clínicos muestran entusiasmo por estos medios y otros no?», apostilla el Dr. Sharp.
A medida que el Dr. Sharp y su equipo continúan explorando la reacción de pacientes y proveedores de atención médica a la inteligencia artificial, lo que más les inquieta no es la tecnología ni el usuario final, sino el propio sistema de atención médica.
«Sabemos que la prestación de atención médica tradicionalmente ha llevado a inequidades. La inteligencia artificial surge dentro del contexto de la existencia de profundas disparidades estructurales en el cuidado de la salud y no queremos que estos medios reproduzcan las injusticias del pasado. Creo que el mayor reto que tenemos delante es cómo desarrollar soluciones para garantizar que la prestación de atención médica con inteligencia artificial no tenga prejuicios», concluye el Dr. Sharp.
— Dra. Marla Broadfoot
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