Si tu ser querido tiene la enfermedad de Alzheimer, conducir posiblemente no sea lo más seguro para él o ella. Explícale los riesgos y ofrécele otras alternativas para trasladarse.
Escrito por el personal de Mayo Clinic
Para muchas personas, conducir es parte de la vida cotidiana de un adulto y también es un símbolo de independencia. Aunque la edad tiende a deteriorar la concentración enfocada y la rapidez en el tiempo de reacción, que son dos características necesarias para conducir de forma segura, el proceso se acelera drásticamente con la enfermedad de Alzheimer.
Como parte del cuidado de una persona con la enfermedad de Alzheimer, hay que abordar el asunto de la conducción y facilitar la transición a otras maneras diferentes de trasladarse.
Iniciar la conversación
Llegará un momento en que la persona con la enfermedad de Alzheimer ya no pueda conducir. Habla anticipadamente con tu ser querido respecto a esta posibilidad y planifica para cuando llegue el momento en que deba dejar de conducir.
Esa conversación puede ser difícil, pero posiblemente sea la primera de muchas otras. Perder la independencia que supone conducir puede ser angustiante, así que ten presente los sentimientos de tu ser querido y demuéstrale tu apoyo y empatía. Si muestra resistencia, explícale que es una cuestión de seguridad y recurre a su sentido de responsabilidad. Háblale sobre las alternativas que tiene para dejar de conducir. Puedes también pedir ayuda al médico, a alguien respetado como figura de autoridad o al abogado para reforzar tu argumento.
Si es posible, haz que la persona con la enfermedad de Alzheimer firme un contrato de conducción cuando aún se encuentre en los primeros estadios de la demencia. Ese contrato te autorizará a ayudarle a dejar de conducir cuando llegue el momento.
Dejar de conducir
Cuanto antes hables con tu ser querido sobre dejar de conducir, mejor será. Las investigaciones dicen que quienes padecen la enfermedad de Alzheimer suelen sobreestimar sus habilidades al volante, puesto que hasta las personas con demencia leve corren más riesgo al conducir. Por ello, las personas encargadas del cuidado de la persona con la enfermedad de Alzheimer son quienes con más exactitud pueden saber si conducir representa un peligro.
Presta atención a los signos de peligro al volante, tales como:
A fin de ser diligente, solicita que un especialista en terapia ocupacional evalúe a la persona con la enfermedad de Alzheimer. La Asociación Estadounidense de Terapia Ocupacional tiene una base de datos nacional sobre especialistas en conducción vehicular. El especialista puede evaluar la repercusión de la enfermedad sobre la capacidad de conducir de la persona y ofrecer sugerencias para que conduzca sin peligro y acerca de cuándo y cómo disminuir o suspender la conducción.
Facilitar la transición
Cuando tu ser querido deje de conducir, haz los arreglos necesarios para disponer de otros medios de transporte. Pregunta a familiares y amigos si pueden llevarlo a hacer mandados, o contrata un servicio de transporte para la tercera edad. Abre una cuenta con un servicio de taxis o automóviles para que tu ser querido pueda transportarse sin tener que manejar dinero.
Piensa en cómo limitar la necesidad de conducir de tu ser querido. Ten presente que muchos establecimientos ofrecen servicio a domicilio, como supermercados o tiendas de víveres, restaurantes y farmacias.
Además, distrae a la persona con la enfermedad de Alzheimer de la oportunidad de conducir y, dentro de lo posible, haz que alguien que esté sentado con él o ella en el asiento de atrás le distraiga.
Mantenerse firme a medida que la enfermedad avanza
Si la persona con la enfermedad de Alzheimer insiste en conducir, considera estas estrategias preventivas como último recurso:
Tu ser querido probablemente lamentará perder su independencia, sea que deje de conducir totalmente o que lo haga por etapas. Sé paciente, pero mantente firme, porque las consecuencias de conducir peligrosamente pueden ser devastadoras.
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