ESTIMADA MAYO CLINIC:
Mi padre tiene 80 años y hace poco empezó con problemas para oír, pero él cree que no necesita una revisión, porque dice que es parte de envejecer. A mí me preocupa la repercusión que el hecho de no oír pueda tener sobre él, porque batalla para participar en una conversación y da la impresión de estar retraído. ¿Vale la pena llevarlo a una evaluación?
RESPUESTA:
Sí, su padre necesita una evaluación auditiva. Aunque la pérdida de la audición sea frecuente al avanzar en edad, también es importante confirmar la causa subyacente. Por lo general, se puede tomar medidas para mejorar la audición, independientemente de la edad de la persona, y corregir la pérdida auditiva en las personas mayores puede ayudarlas a mantenerse activas y continuar participando de la vida. Asimismo, puede disminuir el riesgo de sufrir otros problemas de salud.
La pérdida auditiva es un problema extendido, pues alrededor de 36 millones de estadounidenses sufren algún grado de pérdida auditiva y, a medida que la gente envejece, aumenta la prevalencia. Aproximadamente el 33 por ciento de los estadounidenses de 65 a 75 años de edad ha sufrido pérdida auditiva y esa cantidad aumenta a casi el 50 por ciento a partir de los 75 años.
Si bien existen tratamientos eficaces para mejorar la pérdida auditiva, solo alrededor del 20 por ciento de la gente a quienes el tratamiento beneficiaría realmente lo busca. Dejar este problema sin tratamiento suele afectar considerablemente la salud física, cognitiva y social de las personas mayores.
Según ocurre en el caso de su padre, esa dificultad con las relaciones sociales y ese retraimiento con los demás son consecuencias frecuentes de la pérdida auditiva; sin embargo, esto puede escalar y convertirse en otros problemas. Cuando una persona carece de buena interacción social, aumenta el riesgo de sufrir depresión y también afecta negativamente sobre la alimentación y los hábitos de sueño. En algunas personas, hasta puede aumentar el riesgo de alcoholismo o de otro tipo de adicción a sustancias químicas.
La pérdida auditiva, igualmente, puede repercutir sobre el estado físico, porque cuando es difícil oír, la persona se queda en casa más a menudo, participa menos en actividades físicas y se vuelve más sedentaria. Esa menor actividad física puede derivar en ganancia de peso, menos tono muscular y falta de equilibrio que aumenta el riesgo de sufrir caídas. Algunos investigadores dicen que la pérdida auditiva no tratada lleva a tener más riesgo de problemas cognitivos, como demencia o enfermedad de Alzheimer.
Cuando se habla del tratamiento para la pérdida auditiva, muchas personas piensan en los audífonos, pero existen varias alternativas terapéuticas. Según la causa subyacente del problema auditivo, el tratamiento puede incluir cirugía, un implante coclear, audífonos, dispositivos de asistencia para escuchar o una combinación de estas terapias.
La determinación del tratamiento correcto empieza con una evaluación exhaustiva que permita precisar la razón de la pérdida auditiva. Aunque no sea raro perder la audición con la edad, también hay otros factores que pueden contribuir a esa disminución. Por ejemplo, la acumulación de cerumen en el oído suele contribuir a la dificultad para escuchar, pero generalmente un proveedor de atención médica puede extraer la cera del oído con facilidad.
Si su padre necesitara audífonos, tal vez le tranquilice saber que esa tecnología ha avanzado enormemente en las últimas décadas. Los audífonos de hoy en día reconocen mejor los diferentes entornos y se ajustan automáticamente para que la persona pueda escuchar, además de ser bastante personalizados. Los audífonos actuales también se comunican sin ningún problema con teléfonos y otros dispositivos, como televisores y micrófonos, para que sea más fácil escuchar con esos aparatos.
Motive a su padre a realizarse la evaluación. Tratarle la pérdida auditiva muy probablemente sirva para mejorar su bienestar físico, mental y emocional, así como para disminuir el riesgo de otros problemas de salud que aparecen debido a la pérdida de la audición.
Dr. Colin Driscoll, Otolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.
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