Estudio descubre que células madre de la médula ósea mejoran la función cardíaca

CHICAGO, Illinois — 28 de marzo de 2012.  Una red de investigación, dirigida por un médico de Mayo Clinic, descubrió que la inyección en el corazón de células madre procedentes de la propia médula ósea de pacientes con insuficiencia cardíaca, mejoraron la función del ventrículo izquierdo, que es la cámara de bombeo del corazón. Los científicos también descubrieron una relación entre ciertos tipos de células madre y mayor mejoría, hecho que amerita un estudio más profundo.

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Los resultados se presentaron durante la reunión del Colegio Americano de Cardiología en Chicago, y se publicarán en la edición electrónica de la revista de la Asociación Médica Americana (Journal of the American Medical Association).

Esta fase II del ensayo clínico, creada para probar este método de mejorar la función cardíaca, es una extensión del esfuerzo anteriormente realizado en Brasil, en donde se administró menos cantidad de células madre a un grupo menor de pacientes. En este nuevo estudio de la red de investigación, 92 pacientes recibieron en la cadera una sola inyección de placebo o de cien millones de células madres derivadas de la médula ósea. Este fue el primer estudio humano en inyectar tantas células madre de la médula ósea.

"Descubrimos que la repercusión de las células de la médula ósea no era mayor sobre los fines originales escogidos, que implicaban la reversión de la falta de provisión sanguínea al corazón, el volumen del ventrículo izquierdo del corazón al finalizar la contracción, y el consumo máximo de oxígeno derivado de la prueba de esfuerzo con la banda ergométrica", comenta el Dr. Robert Simari, cardiólogo de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota. El Dr. Simari es presidente de la Cardiovascular Cell Therapy Research Network (Red para Investigación Cardiovascular de Terapias Celulares Cardiovasculares, o CCTRN por sus siglas en inglés). Dicha organización recibe el apoyo del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre, entidad que también financió el estudio.

"Sin embargo, fue interesante descubrir que la medida tan simple de la fracción de eyección mejoró en el grupo que recibió las células madre en 2,7 por ciento, frente al que recibió el placebo", añade el Dr. Simari. La fracción de eyección es el porcentaje de sangre expulsada por el ventrículo izquierdo en cada contracción.

Los principales investigadores del estudio, los doctores Emerson Perin y James Willerson, del Instituto del Corazón de Texas, explican que a pesar de que el 2,7 por ciento no parezca gran cosa, es una cifra estadísticamente significativa que representa una mejoría en el funcionamiento del corazón de los pacientes con insuficiencia cardíaca crónica que no cuentan con ninguna otra alternativa.

"Se trataba de una población muy enferma", dice el Dr. Perin. "Ya habían sufrido ataques cardíacos, se habían sometido a cirugías de baipás cardíaco, y se les había colocado endoprótesis vasculares; pero todavía no llegaban al punto de requerir un trasplante cardíaco. En algunos pacientes mejoró más la fracción de eyección, especialmente entre los menores y en quienes tenían médulas óseas llenas de ciertas poblaciones de células madre".

La edad promedio de los participantes en el estudio fue de 63 años. Los científicos descubrieron que la mejoría era mayor en los pacientes menores de 62 años, cuya fracción de eyección mejoró en 4,7 por ciento. Los científicos observaron la composición de las células madre de esos pacientes, mediante la provisión almacenada en un repositorio biológico establecido por el CCTRN. Descubrieron que estos pacientes tenían más células madre del tipo CD34+ y CD133+ en su composición.

"Esto nos dice que el método utilizado para la administración de las células madre fue seguro", señala del Dr. Simari. "Además, sugiere nuevas orientaciones para las próximas series de ensayos clínicos, entre ellas, el tipo de pacientes, los fines del estudio y las células a administrar".

Otros coautores del estudio son el Dr. Guilherme Silva, Deirdre Smith, Lynette Westbrook y James Chen por parte del Instituto del Corazón de Texas en el St. Luke's Episcopal Hospital de Houston; los doctores Carl Pepine, R. David Anderson, Christopher Cogle y Eileen Handberg, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Florida en Gainesville; los doctores Timothy Henry y Jay Traverse, así como Rachel Olson, del Instituto Cardíaco de Minneapolis en el Abbott Northwestern Hospital; las doctoras Doris Taylor y Claudia Zierold, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota en Minneapolis; los doctores Stephen Ellis y James Thomas, así como Carrie Geither, de la Fundación de la Cleveland Clinic en Ohio; los doctores David Zhao, Marvin Kornenberg y Antonis Hatzopoulos, así como Sherry Bowman y Judy Francescon, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee; los doctores Dejian Lai, Sarah Baraniuk, Linda Piller y Lara Simpson, así como Judy Bettencourt, Shelly Sayre, Rachel Vojvodic y el Dr. Lemuel Moye, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas en Houston; el Dr. A. Daniel Martin, de la Facultad de Salud Pública y Profesiones de la Salud de la Universidad de Florida en Gainesville; el Dr. Marc Penn, de la Universidad de Medicina del Noreste de Ohio en Akron; el Dr. Saif Anwaruddin, del Penn Heart and Vascular Hospital de la Universidad de Pennsylvania en Philadelphia; los doctores Adrian Gee y David Aguilar, de la Facultad de Medicina Baylor en Houston; la Dra. Catalin Loghin, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Texas en Houston; y los doctores Sonia Skarlatos, David Gordon, Ray Ebert y Minjung Kwak, del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre en Bethesda, Maryland.

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