La mala alimentación y la falta de ejercicio aceleran la aparición de afecciones relacionadas con la edad en ratones
ROCHESTER, Minnesota: ¿Pueden la alimentación poco saludable y la falta de ejercicio hacer que uno envejezca más rápido? Los científicos de Mayo Clinic creen que existe un vínculo entre estos factores modificables del estilo de vida y los procesos biológicos del envejecimiento. En un estudio reciente, los científicos demostraron en ratones que la mala alimentación y la falta de ejercicio aceleran la aparición de la senescencia celular y, por lo tanto, de afecciones relacionadas con el envejecimiento. Los resultados se publican hoy en Diabetes.
Las células senescentes son células que contribuyen a enfermedades y afecciones vinculadas con la edad. Los científicos del Centro Robert y Arlene Kogod para el Envejecimiento de Mayo Clinic descubrieron que el ejercicio evita la acumulación prematura de células senescentes y protege contra los efectos nocivos de una alimentación poco saludable, incluido deficiencias en la función física, cardíaca y metabólica, que equivale a la diabetes.
“Creemos que tanto a nivel biológico como clínico, tomar malas decisiones nutritivas y llevar un estilo de vida inactivo acelera el envejecimiento”, comenta el Dr. Nathan LeBrasseur, director del Programa para vida sana e independiente en la vejez del Centro. “Ahora, se ha demostrado esto en gran detalle a nivel celular y también se lo puede ver clínicamente. Por ello, las personas deben recordar que aunque por ahora, cuando se encuentran en la edad madura, no se les haya diagnosticado diabetes ni enfermedad cardiovascular ni enfermedad de Alzheimer, la biología subyacente de esos procesos está en pleno trabajo”.
En el estudio, los científicos introdujeron en los ratones una alimentación normal, otra sana y la que se llamó “dieta de comida rápida” que contiene muchas grasas saturadas y colesterol, junto con bebidas endulzadas con azúcar. Los ratones que se alimentaban con comida rápida mostraron cambios nocivos en los parámetros de la salud, incluido el peso y la composición corporales, y aumentaron la masa grasa en casi 300 por ciento durante el transcurso de casi diez meses. La masa grasa se acumuló mucho en la sección media del cuerpo que rodea a los órganos internos, zona que a menudo se vincula a varias enfermedades relacionadas con la obesidad.
Si bien los efectos nocivos de la dieta de comida rápida fueron claros, los científicos descubrieron importantes mejoras en la salud después de introducir el ejercicio en los ratones. A 50 por ciento de ellos se le dio una rueda para hacer ejercicio, sea que siguiesen la dieta sana o la poco saludable. Los ratones expuestos a la dieta de comida rápida que hicieron ejercicio dejaron de ganar peso corporal y masa grasa, además de protegerse contra las células senescentes. El ejercicio también fue provechoso para los ratones que siguieron una alimentación normal.
“Algunos creemos que el envejecimiento es algo que ocurre en todos y que hay un destino predeterminado, por lo que hacia los 65, 70 u 80 años uno tendrá enfermedad de Alzheimer, enfermedad cardiovascular u osteoporosis,” dice el Dr. LeBrasseur. “Esto claramente muestra la importancia de los factores modificables, como una alimentación sana, pero sobre todo la relevancia de hacer actividad física con regularidad. Eso no significa que se deba correr maratones, sino encontrar maneras de aumentar la actividad habitual para permanecer sano y evitar los procesos que controlan el envejecimiento y las enfermedades relacionadas con la edad”, añade el doctor.
La investigación estuvo financiada por la Fundación Paul F. Glen para Investigación Médica, los Institutos Nacionales de Salud, la Fundación Pritzker y el Centro Robert y Arlene Kogod de Mayo Clinic.
Otros científicos del equipo son: la Dra. Marissa Schafer, el Dr. Thomas White, Glenda Evans, Jason Tonne, la Dra. Grace Verzosa, el Dr. Michael Stout, Daniel Mazula, Allyson Palmer, el Dr. Darren Baker, el Dr. Michael Jensen, el Dr. Michael Torbenson, el Dr. Jordan Miller, el Dr. Yasuhiro Ikeda, la Dra. Tamar Tchkonia, el Dr. Jan van Deursen y el Dr. James Kirkland, todos de Mayo Clinic.
Mayo Clinic y la Dra. Tchkonia, la Sra. Palmer, el Dr. Kirkland y el Dr. LeBrasseur mantienen intereses económicos relacionados con el estudio al que se hace referencia en este comunicado de prensa.
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