La hidronefrosis en el recién nacido puede resolverse por sí sola, pero hay que controlarla
ESTIMADA MAYO CLINIC:
A nuestro bebé le diagnosticaron un problema llamado hidronefrosis en uno de los riñones y nos dijeron que terminará por necesitar una cirugía. ¿Cuál es la causa, y cómo le afectará esa afección en el futuro?
RESPUESTA:
La hidronefrosis es una afección en la que la orina no fluye fuera del riñón, sino que permanece dentro de él, lo que ocasiona su hinchazón. Existe una gama de enfermedades que pueden derivar en hidronefrosis y el tratamiento normalmente depende de la causa subyacente. A pesar de que a veces es necesaria una cirugía, muchos casos de hidronefrosis se resuelven solos, a medida que el niño crece, sin que sea necesario operar.
La hidronefrosis básicamente se reduce a un problema del flujo urinario. Por lo general, la orina pasa del riñón a la vejiga a través de un conducto de drenaje llamado uréter y luego sale del cuerpo; pero en ciertos casos, la orina se acumula o permanece dentro del riñón o del uréter y entonces se desarrolla la hidronefrosis.
Una razón común para la hidronefrosis es la obstrucción parcial de las vías urinarias. Esas obstrucciones generalmente se forman donde el riñón se junta con el uréter, en un punto conocido como unión ureteropélvica. Es menos común que ocurran donde el uréter se junta con la vejiga, en lo que se conoce como la unión ureterovesical.
Otra causa frecuente de la hidronefrosis es una afección llamada reflujo vesicoureteral, que ocurre cuando la orina refluye por el uréter desde la vejiga hasta el riñón. Normalmente, el uréter es de una sola vía y el reflujo de la orina en la dirección incorrecta hace difícil para el riñón vaciarse bien, lo que igualmente ocasiona la hinchazón de ese órgano.
Otras causas menos comunes de la hidronefrosis infantil incluyen cálculos renales, tumor en el abdomen o la pelvis y problemas con los nervios que llegan a la vejiga.
Cuando se descubre hidronefrosis en un feto durante el embarazo, se suele realizar una evaluación de los riñones y de la vejiga, mediante exámenes por imágenes, mientras el bebé todavía está dentro del útero. Eso permite que el médico tenga una mejor idea de cómo manejar la afección después del nacimiento.
Cuando el bebé nace, se hacen más exámenes para identificar el origen del problema. Los exámenes normalmente consisten en una ecografía de los riñones y de la vejiga, junto con otro análisis llamado cistoureterografía. Esos exámenes de las vías urinarias permiten a los médicos examinar atentamente los riñones, la vejiga y los uréteres. Según los resultados de ambos análisis, es posible que se requieran más exámenes por imágenes.
Por lo general, no es necesario operar en los casos leves de hidronefrosis sin reflujo y, a veces, hasta en los moderados. La hidronefrosis tiende a mejorar por sí sola con el transcurso del tiempo. De ser ese el caso de su hijo, el médico tal vez le recomiende antibióticos para reducir el riesgo de infecciones de las vías urinarias.
Cuando la hidronefrosis dificulta la función renal, como puede suceder en los casos graves o que implican reflujo, posiblemente se recomiende una operación para eliminar la obstrucción y corregir el reflujo.
Cuando la hidronefrosis se deja sin tratar, termina por conducir al daño permanente del riñón. En raras ocasiones, puede ocasionar insuficiencia renal. No obstante, en la mayoría de los casos, la afección se resuelve con éxito; pero hasta que eso suceda y debido a que la hidronefrosis normalmente afecta solo un riñón, el otro se encarga de realizar el trabajo de ambos.
A medida que usted vaya considerando sus alternativas, es mejor que lo haga conjuntamente con un urólogo pediátrico certificado por el respectivo colegio médico. Esa persona puede ayudarla a decidir cuáles son los exámenes necesarios para determinar la fuente de la hidronefrosis y según eso, el mejor método de tratamiento para su hijo.
Dr. Patricio Gargollo, Urología de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.