Parche de estrógeno en mujeres que acaban de entrar en la posmenopausia puede reducir el riesgo para la enfermedad de Alzheimer
ROCHESTER, Minnesota: ¿Puede el estrógeno conservar la función cerebral y reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer cuando se lo administra pronto en la menopausia? Las mujeres que acaban de entrar en la etapa posmenopáusica y que recibieron estrógeno mediante un parche colocado en la piel mostraron menos depósitos de beta-amiloides —las placas pegajosas que se encuentran en el cerebro de las personas con la enfermedad de Alzheimer—, descubrió un estudio de Mayo Clinic publicado este mes en Journal of Alzheimer’s Disease (Revista sobre la Enfermedad de Alzheimer). Esos depósitos, en última instancia, dañan las neuronas y conducen a problemas cognitivos.
En el estudio, las mujeres con los niveles más bajos de depósitos de amiloides eran las que tenían el APOE e4, un tipo del gen más común que se relaciona con la enfermedad de Alzheimer de aparición tardía.
“Por vez primera, este estudio reveló que los depósitos de amiloides en el cerebro, característica principal de la enfermedad de Alzheimer, son menores en las mujeres recién entradas a la etapa posmenopáusica que recibieron el tipo de terapia hormonal del parche de 17 beta-Estradiol”, comenta la autora Dra. Kejal Kantarci, radióloga de Mayo Clinic. “Las mujeres con APOE e4 que tienen mayor riesgo genético para la enfermedad de Alzheimer fueron quienes se beneficiaron particularmente de esta terapia”, añade.
La definición de menopausia es que ocurre 12 meses después del último período menstrual de la mujer y marca el fin de los ciclos menstruales. En Estados Unidos, la edad promedio para la menopausia es de 51 años. El rápido descenso del estrógeno con la menopausia puede relacionarse con el mayor riesgo femenino para la enfermedad de Alzheimer.
El estudio de la Iniciativa para la Salud Femenina de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) informó que la terapia hormonal para la menopausia empezada en mujeres de 65 años o más aumenta el riesgo de demencia. En cambio, el Estudio Kronos para Prevención Precoz con Estrógeno, realizado en varios centros, probó la hipótesis de que las mujeres sanas y más jóvenes responden más favorablemente a la terapia hormonal para la menopausia.
El estudio de Mayo Clinic usó los datos del estudio Kronos para determinar los efectos de la terapia hormonal poco después de iniciada la menopausia, en aquel período crítico de rápido agotamiento del estrógeno que ocurre durante los primeros 5 y 36 meses. Los científicos investigaron los depósitos de amiloides en el cerebro de 68 mujeres de 42 a 59 años que participaron en el ensayo Kronos durante ese período crítico. Los científicos emplearon la tomografía por emisión de positrones, también conocida como exploración por PET, para buscar depósitos de amiloides en el cerebro, tres años antes de terminar el ensayo.
De las 68 mujeres, 21 recibieron estrógeno mediante parche dérmico, 17 recibieron estrógeno oral y 30 recibieron placebo. Los depósitos de amiloides fueron menores en las mujeres a quienes se colocó el parche, comparado frente a quienes recibieron placebo, y el efecto fue más aparente en las mujeres con el genotipo APOE e4. No se asoció al tratamiento oral con menos depósitos de amiloides.
Los autores buscan financiamiento para obtener imágenes por PET de los amiloides en ocho sitios más de todo Estados Unidos donde se realizó el Estudio Kronos para Prevención Precoz con Estrógeno.
“De confirmar los resultados en un grupo mayor de mujeres, este hallazgo conlleva el potencial de cambiar los conceptos para intervenciones preventivas que hoy en día dirigen el campo de la enfermedad de Alzheimer. Además, puede tener una repercusión importante sobre la decisión que toman las mujeres respecto a recurrir a la terapia hormonal en los primeros años posteriores a la menopausia”, acota la Dra. Kantarci.
Otros coautores del estudio son: el Dr. Val Lowe, Timothy Lesnick, Nirubol Tosakulwong, el Dr. Kent Bailey, la Dra. Julie Fields, la Dra. Lynne Shuster, Samantha Zuk, Matthew Senjem, la Dra. Michelle Mielke, el Dr. Clifford Jack Jr., el Dr. Walter Rocca y la Dra. Virginia Miller, todos de Mayo Clinic; así como la Dra. Carey Gleason de la Escuela de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Wisconsin.
El estudio se financió gracias al sustento de la Fundación Aurora al Instituto Kronos para Investigación de la Longevidad y los Institutos Nacionales de Salud (NS66147, AG029624, AG44170).
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