Los inhibidores de la bomba de protones disminuyen la diversidad de la flora intestinal y eso aumenta el riesgo de complicaciones
ROCHESTER, Minnesota: Antes de tomar el antiácido diario, posiblemente desee considerar lo que éste hace a los miles de millones de bacterias que habitan en el intestino. Un estudio nuevo de Mayo Clinic, publicado en la revista de acceso público Microbiome, revela que quienes toman regularmente inhibidores de la bomba de protones (IBP) tienen menos diversidad en la flora intestinal y eso los coloca en más riesgo de contraer infecciones como clostridium difficile y neumonía, así como de presentar deficiencias vitamínicas y fracturas óseas.
“Durante años se ha acumulado evidencia respecto a que el consumo prolongado de los inhibidores de la bomba de protones aumenta el riesgo de presentar una variedad de complicaciones pertinentes, pero realmente no se entendía por qué”, comenta el Dr. John DiBaise, gastroenterólogo de Mayo Clinic y autor experto del estudio. “Por primera vez, el presente estudio aporta una explicación razonable para tales riesgos”.
La flora intestinal se compone de miles de millones de bacterias que, en su mayoría, son benignas y que en lugar de provocar enfermedades ayudan en todo, desde la digestión y síntesis de las vitaminas hasta la regulación del sistema inmunitario y posiblemente la estabilización del ánimo.
Tanto la alimentación como la genética y la exposición ambiental participan en la existencia de una flora intestinal sana, hecho fundamental para el bienestar general, explica el Dr. DiBaise. El médico añade que cuando se producen cambios importantes en el microbioma, tal como los ocasionados por los inhibidores de la bomba de protones, existe el riesgo de que crezcan excesivamente ciertas especies indeseadas, como el clostridium difficile.
Los inhibidores de la bomba de protones se utilizan sobre todo para el tratamiento de úlceras y reflujo ácido e incluyen nombres genéricos tales como omeprazol, pantoprazol, esomeprazol, lansoprazol, rabeprazol y dexlansoprazol.
Muchos estudios epidemiológicos han vinculado a los inhibidores de la bomba de protones con trastornos nutricionales, metabólicos e infecciosos, pese a que el tipo de fármaco tenga un largo historial de seguridad y eficacia. En concreto, se vinculó el consumo prolongado de éstos con deficiencias de hierro y vitamina B12, hipomagnesemia, fracturas por osteoporosis, sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado y neumonía adquirida en la comunidad. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos emitió varias comunicaciones de seguridad respecto al uso de dosis altas de los inhibidores de la bomba de protones (de venta bajo receta médica) y el consumo prolongado de cualquier dosis, incluso de venta libre.
No se ha determinado todavía cuáles son las implicaciones del estudio sobre la seguridad, pero los pacientes deben consultar con un profesional médico calificado antes de realizar ningún cambio en su régimen medicamentoso, advierte el Dr. DiBaise.
“No decimos que la gente deba suspender sus antiácidos habituales porque, pese a los muchos riesgos para la salud vinculados con el consumo de los inhibidores de la bomba de protones, éstos cuentan con antecedentes de seguridad extensos cuando se toman según las instrucciones”, apostilla el Dr. DiBaise. “Lo que decimos es que la comunidad médica e investigativa debe considerar estos medicamentos dentro del contexto de la flora intestinal del paciente. Esta área necesita estudiarse más a fondo”.
En los pacientes con síntomas leves de reflujo, realizar cambios en el estilo de vida podría bastar para moderar las molestias, dice el Dr. DiBaise. Los métodos no farmacológicos para controlar el reflujo ácido incluyen lo siguiente:
- Ingerir porciones más pequeñas en las comidas.
- Consumir menos grasa.
- Evitar recostarse por 2 horas después de comer (evitar ingerir refrigerios muy tarde en la noche).
- Vestir ropa floja.
- Elevar la cabecera de la cama unos 15 cm (6 pulgadas) y lo mejor para ello es colocar un bloque de madera u otro material sólido debajo de la cabecera de la cama, en lugar de apilar almohadas.
- Perder peso (tan sólo 5 o 10 libras menos ayudan).
- Evitar consumir alcohol, tabaco y alimentos que desencadenan síntomas.
Es necesario administrar medicamentos a diario cuando los síntomas de reflujo continúan y alteran la calidad de vida de la persona, pese a las modificaciones realizadas en el estilo de vida, señala el Dr. DiBaise. No se sabe si los inhibidores del ácido menos potentes, como los antagonistas de los receptores de histamina H2, producen cambios similares en la flora intestinal.
Otros coautores del estudio son Charlie Seto de la Universidad de Minnesota, así como el Dr. Patricio Jeraldo, el Dr. Robert Orenstein y el Dr. Nicholas Chia de Mayo Clinic.
El estudio fue financiado por el Centro de Mayo Clinic para Medicina Personalizada y la Minnesota Partnership for Biotechnology and Medical Genomics (Colaboración en Minnesota para Biotecnología y Genómica Médica). El Dr. Jeraldo recibió financiación para este proyecto de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
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