La neurocientífica Dra. Tania Gendron se encontraba en su laboratorio de la sede de Mayo Clinic en Florida cuando recibió una llamada telefónica. Era un neurólogo para decirle que una paciente deseaba hablar con ella… ¡qué extraña solicitud!
“No hago consulta clínica porque mi trabajo es en el laboratorio. Como científica, casi nunca interactúo con los pacientes”, comenta la Dra. Gendron.
La paciente Sandra Murphy-Pak de Gainesville (Florida) había donado líquido cefalorraquídeo para un estudio de Mayo sobre la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como enfermedad de Lou Gehrig. Debido a que la señora Murphy-Pak padece ELA, sabe que los resultados del estudio posiblemente no la ayuden con sus síntomas; sin embargo, considera que participar es una contribución importante de su parte.
“Me entusiasma mucho participar, porque la investigación es la maquinaria detrás de la curación”, dice la paciente.
Sandra Murphy-Pak es una entre miles de pacientes de Mayo Clinic que anualmente donan tejidos, líquidos, células y otros materiales biológicos necesarios para llevar a cabo los estudios. Algunos pacientes donan estas muestras biológicas para estudios específicos sobre una determinada enfermedad; otros, en cambio, donan a un repositorio para investigaciones, como el biobanco de Mayo Clinic que contiene más de 50 000 muestras de pacientes de las tres sedes de Mayo Clinic.
Estas donaciones permiten a los científicos de Mayo entender los orígenes moleculares de las enfermedades, identificar las variaciones genéticas que pueden ayudar a diagnosticar a un paciente en particular y descubrir las posibles dianas contra las que dirigir los fármacos.
“Como investigadores, agradecemos a los pacientes que se inscriben en los estudios. Estamos en este campo de la medicina porque deseamos ayudar a curar enfermedades, pero no podríamos hacer nuestro trabajo sin ellos”, acota la Dra. Gendron.
Por ello, cuando Murphy-Pak solicitó verla, “fui hasta la clínica llevando en la mano la publicación del último trabajo para mostrarle lo que hacemos”, dice la Dra. Gendron.
Proteínas que podrían acelerar los ensayos clínicos para la ELA
El trabajo de la Dra. Gendron sobre la ELA contribuye al descubrimiento reciente de una mutación genética rara, la C9orf72, que es la causa de la repetición de miles de secuencias dentro del código genético.
Se descubrió que la mutación ocurre en casi el 40 por ciento de todos los casos familiares de ELA y en el 10 por ciento de los casos esporádicos. Ocurre también en el 5 al 10 por ciento de las personas que tienen un trastorno neurodegenerativo afín, conocido como demencia frontotemporal. Ahora, varios laboratorios de neurociencias de la sede en Florida estudian la mutación C9orf72 y cómo causa ELA o demencia frontotemporal.
Una vez establecido el diagnóstico de Murphy-Pak, un examen de sangre reveló que portaba la mutación. Pese a que recién enfrentaba la gravedad de su diagnóstico, Sandra estaba contenta de ayudar en el estudio de una enfermedad para la que no existe ningún tratamiento eficaz. No tuvo inconveniente en donar muestras de líquido cefalorraquídeo cada pocos meses y comentó que si bien al principio le pareció intimidante, no le resultó doloroso.
Los descubrimientos
La Dra. Gendron, junto con el director de neurociencias, el Dr. Leonard Petrucelli, y el neurólogo emérito Dr. Kevin Boylan, investigan las proteínas del líquido cefalorraquídeo para determinar si sirven como guía del tratamiento. En un trabajo publicado en Science Translational Medicine, el equipo informó respecto a una proteína vinculada con el tratamiento farmacológico de las neuronas y otra proteína vinculada con el avance de la neurodegeneración.
“En los procesos de las enfermedades, es muy importante tener biomarcadores, o sea, moléculas que pueden analizarse para determinar la gravedad de la enfermedad y entender mejor el pronóstico de los pacientes”, asegura la científica. A medida que surgen más fármacos para realizar pruebas, las proteínas que este equipo investiga servirán para alcanzar mayor eficacia y acelerar los estudios clínicos.
Enseñanzas de la abuela
Desde hacía mucho, la neurocientífica Dra. Melissa Murray estaba interesada en el estudio del cerebro; pero su motivación se intensificó mientras estudiaba en la escuela de posgrado de Mayo Clinic porque fue entonces cuando su abuela, con quien mantenía una relación fuerte y cariñosa, presentó demencia.
“Fue como si me hubieran inyectado combustible”, dice respecto a la pasión despertada en ella por entender la enfermedad de Alzheimer y descubrir una cura. Gracias a esa conexión personal que sentía con la afección, su motivación no solo se mantuvo sino que creció a medida que avanzaba en sus investigaciones. Cuando la abuela murió, la Dra. Murray ayudó a coordinar la donación de su cerebro al banco de cerebro de Mayo Clinic, repositorio para investigación ubicado en la sede de Florida.
“Tener un diagnóstico definitivo permite a los familiares dar vuelta la página”, acota el neuropatólogo Dr. Dennis Dickson, quien dirige el banco de cerebro.
Las muestras del cerebro de la abuela, al final, contribuyeron de forma directa al estudio de la Dra. Murray y llevaron a la publicación en Lancet Neurology del trabajo titulado “Identificación de tres subtipos categóricos de la enfermedad de Alzheimer diferenciados por el lugar donde se agrupan las marañas proteicas en el cerebro”.
A medida que mejoran las oportunidades para establecer tempranamente un diagnóstico, este descubrimiento puede llevar a personalizar el tratamiento de los pacientes según cada subtipo.
Luego, la Dra. Murray pasó a esclarecer los detalles distintivos de la afección y se enfocó tanto en la prevalencia como en las características de la enfermedad de Alzheimer entre grupos étnicos y raciales categóricos. Cuando el proceso de planificación anticipada también contempla la donación de tejido cerebral, los pacientes tienen que llenar un cuestionario acerca de sus antecedentes familiares, educación, edad de aparición de la enfermedad e identidad étnica y racial.
“Si no tenemos información sobre la vida de los pacientes, entonces no podemos entender cómo se relacionan los cambios que vemos bajo el microscopio con la vida de esa persona”, explica la Dra. Murray. En un estudio reciente, su equipo descubrió que los pacientes estadounidenses de origen hispano tienden a presentar síntomas de la enfermedad de Alzheimer a menor edad que los estadounidenses de raza blanca, pero también viven más tiempo con la enfermedad.
“Por ahora, no se sabe si existen factores protectores o si la diferencia está en la red familiar que cuida al enfermo. Esas son las dudas que espero comenzar a investigar”, anota la Dra. Murray. Añade que el descubrimiento fue posible gracias a que en el banco de cerebro hay 67 muestras de enfermos de Alzheimer que informaron ser de origen hispano. “Algunas enfermedades y grupos étnicos o raciales tienden a estar muy poco representados en los bancos de cerebro, pero el tema de la donación es delicado y abordarlo requiere mucha empatía cultural y personal. Esperamos que las familias continúen enterándose acerca de los avances importantes que se obtienen con la donación”, afirma.
Entusiasmo por donar para un bien mayor
Hace 10 años, la Dra. Sarah McLaughlin, cirujana de cáncer mamario, comenzó a pensar en aquella dolorosa y constante hinchazón del brazo, conocida como linfedema, que afecta a algunas pacientes después de la extirpación quirúrgica de los ganglios linfáticos.
Empezó preguntándose por qué solamente las mujeres tenían linfedema y si era posible predecir quién corría riesgo. Con el objetivo de crear un recurso a largo plazo en la sede de Florida, comenzó a preguntar a sus pacientes si deseaban donar muestras del tumor y de sangre para un nuevo registro de cáncer de mama y linfedema.
Según los estudios publicados, las mujeres con cáncer de mama están entre las más dispuestas a donar muestras, algo que la Dra. McLaughlin constató con mucha intensidad entre sus pacientes.
“Casi unánimemente, las pacientes estaban deseosas de contribuir y hasta cuando tomaban decisiones importantes para ellas mismas, en general, se mostraban decididas a donar para algo que consideraban un bien mayor”, añade la doctora.
Hoy en día, el registro de tumores mamarios de la Dra. McLaughlin contiene muestras de tumores, tejidos y sangre e información sobre la calidad de vida de más de 1000 mujeres, lo que lo vuelve comparable a los registros de las sedes de Mayo en Rochester y Arizona. Además, aporta información importante sobre el linfedema. El equipo de la Dra. McLaughlin continúa buscando marcadores inflamatorios que ayuden a predecir el futuro de las pacientes después de la cirugía.
“Vemos, entonces, que el linfedema podría más bien ser una combinación de elementos, como la anatomía femenina, el ambiente tumoral y los factores inmunológicos”, añade.
Estos resultados posiblemente sean una guía valiosa para las terapias posquirúrgicas de las mujeres que corren riesgo de linfedema.
Recolección de grasa para tratamiento de tumores cerebrales
Un científico que estudia tumores cerebrales, el Dr. Hugo Guerrero Cazares, se conduce con mucha cautela cuando de muestras biológicas se trata.
Su trabajo en colaboración con el Dr. Alfredo Quiñones Hinojosa, quien ostenta el título de profesor William J. y Charles H. Mayo en la sede de Mayo Clinic en Florida, incluye el estudio de cánceres agresivos, como los glioblastomas que no tienen cura.
“El plan de tratamiento de los pacientes no cambia por la decisión de donar tejido. Los pacientes están conscientes de que, desgraciadamente, dada la agresividad de su enfermedad, los estudios actuales podrían avanzar de forma muy lenta para ayudarlos. Nosotros no podemos darles falsas esperanzas y, por eso, los pacientes que desean participar entienden que su contribución a la ciencia ayudará más adelante a los futuros pacientes”, señala el Dr. Guerrero Cazares.
La donación de las células tumorales del cerebro abre el camino para descubrimientos importantes respecto a cómo invaden los tumores el cerebro y por qué algunos son más agresivos que otros.
El Dr. Guerrero Cazares invita a los familiares de los pacientes a visitar el laboratorio científico, donde se emocionan al ver las células de sus seres queridos todavía creciendo con fuerza y se alegran de saber que la donación aportó algo más en favor de la lucha contra la enfermedad. “Mantenemos una relación estrecha con muchos pacientes y sus familiares, cuando les interesa nuestra investigación y desean saber más acerca de lo que hacemos”, comenta el médico y científico.
“Estas conversaciones son importantes para ellos y siempre muy gratas para nosotros, ya que nos recuerdan que no solamente somos científicos por el amor a la ciencia, sino porque podemos hacer una diferencia”.
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