
Es bien sabido que el ejercicio disminuye el riesgo de desarrollar cáncer. Los estudios revelan una disminución de 25 por ciento en el riesgo de cáncer de mama entre las mujeres con la mayor actividad física, comparado frente a las que hacen la menor actividad física. Esa función protectora del ejercicio se observa en muchos otros cánceres, entre ellos, de pulmón, de endometrio, de colon y de próstata; pero ¿sabía que el ejercicio es igualmente útil durante y después del tratamiento contra el cáncer? Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, las investigaciones revelan que hacer ejercicio durante el tratamiento contra el cáncer puede mejorar el funcionamiento físico y la calidad de vida. El ejercicio moderado puede: Aumentar la fuerza y la resistencia Fortalecer el sistema cardiovascular Disminuir la depresión Reducir la ansiedad Disminuir el cansancio Mejorar el ánimo Aumentar la autoestima Reducir el dolor Mejorar el sueño
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